martes, 28 de julio de 2009

¿Y la cultura para cuándo?

Figueroa Alcorta esquina 9 de Julio. Allí está, como evidente testimonio del estado de la cultura en Villa Allende. Cerrada, abandonada, deteriorada y esperando… Hace diez años que espera. Espera ser puesta en funcionamiento y convertirse nuevamente en la flamante Casa de Cultura. Ante el sucesivo incumplimiento de compromisos, a fines de mayo un grupo de vecinos y artistas protestó frente a la casona reclamando su reapertura. Los carteles y la escultura que se habían colocado en el lugar fueron retirados, según comentaron los mismos manifestantes, por empleados municipales. Entre rumores de venta y privatización, La Unión Regional dialogó con quien integró el Consejo Municipal de Cultura (y aún sigue participando como vecino), Horacio “Quino” Ceballos, y con el viceintendente Martín Ambort.

Ceballos: “La Casa es todo un símbolo”

- ¿Cómo comenzaron los reclamos para la reapertura de la Casa de la Cultura?
Esto arrancó hace alrededor de diez años cuando la Municipalidad adquirió el edificio junto con las oficinas que se encontraban alrededor y posteriormente, compró dos terrenos aledaños. Fue entonces cuando se diseñó un proyecto integral: la casona se convertiría en auditorio y sala de exposición, las oficinas serían los talleres y en los terrenos se construirían aulas. Una parte de estas propiedades fue vendida por lo que la idea original de a poco se va perdiendo.
- ¿Qué opina de los rumores de venta de la Casa?
Por un lado, existe una sospecha acerca de que hay una oferta para comprar el inmueble. Por otro, circula una versión según la cual se concesionaría por diez años para que se finalice el auditorio y la sala de exposición. En este sentido, hay muchos interrogantes. En el 2003, una de las últimas ordenanzas que aprobé como concejal municipal fue la venta de unos terrenos al colegio Thomas Merton por 105 mil pesos. Con ese dinero que, teóricamente era para terminar la obra, no sabemos que pasó. Se arreglaron los baños y se pusieron marcos a las aberturas. No entiendo mucho de construcción pero aparentemente esa plata no se invirtió en el edificio. Desde el Consejo Municipal de Cultura, solicitamos información al respecto pero nunca hubo respuesta y parece que tampoco hay interés.
- ¿Cómo es la relación de ese órgano con las autoridades estatales?
Siempre fue desastrosa. Contábamos hasta hace poco tiempo con la participación de la Directora de Cultura, Ana Maza. Cuando decidimos plantear un poco más firme el reclamo por la Casa dijo que estaba cansada de hablar siempre lo mismo y no asistió más. Los proyectos que presenta el Consejo son ignorados, parece que molestan y eso es grave.
- ¿Cómo avizora el futuro de esta historia?
Soy optimista pero está claro que el proyecto inicial se perdió. Por más que la Casa de la Cultura sea chica, es todo un símbolo. Algunas personas van a la Iglesia y ese es su espacio de encuentro. ¿Y los demás vecinos? Años atrás contábamos con varios eventos que hacían encontrarnos como pueblo, que nos miráramos a la cara y nos conociéramos. Villa Allende tiene historia, acá han ocurrido muchas cosas. Por eso luchamos por la Casa y por el Consejo, para democratizar la cultura como un hecho de justicia social.

Ambort: “Es un disparate decir que se vendió”

- ¿Cómo analiza los reclamos que solicitan la reapertura de la Casa?
Esa casona pertenecía a una familia muy tradicional de nuestro pueblo y la compré siendo intendente. De manera que la imposibilidad de ponerla en valor, como se pensó originalmente, tiene una elevada cuota de frustración personal. Respecto a los pedidos de algunos grupos que la reclaman como para sí, lo veo legítimo como la pretensión de cada vecino de tener un espacio para su participación. Sin embargo es mezquino el aporte que realizan porque se podrían dar soluciones para el financiamiento de la obra. Sería interesante que su preocupación vaya más allá y se intenten logros significativos y concretos.
- ¿Qué hay de cierto en las versiones que hablan de la venta de la Casa?
Es un disparate. Son cosas que se dejan trascender con alguna connotación electoral. Estoy seguro que al Intendente no se le cruza por la cabeza, él tiene la misma amargura de no disponer de los fondos suficientes para finalizarla. Además, hay que tener en cuenta que debería ser aprobada por el Concejo Deliberante y los ediles no tienen espíritu de venta sino todo lo contrario.
- ¿Qué necesita el edificio para ponerse en marcha definitivamente?
Hace un tiempo, le sugerí a Máximo Martínez la necesidad de terminar mínimamente la estructura de la obra para que después, a medida que se desarrollen las distintas expresiones dentro de la casona, se vaya completando para lo que necesitara cada una de esas actividades. Esta tarea tiene un presupuesto que no es una barbaridad pero tiene incidencia. Se debería hacer el cálculo, estimo que serán aproximadamente de 100 mil pesos.
- ¿Cómo es la relación con el Consejo de Cultura?
La impresión generalizada de los concejales es que se ha confundido el rol que es el asesoramiento y sugerencia en apoyo al desarrollo cultural del pueblo. Daría la impresión que se ha politizado el funcionamiento de este Consejo, desvirtuando su esencia.
- ¿Cómo avizora el futuro de esta historia?
No me puedo imaginar otra cosa que en algún momento la Casa se ponga en valor y en servicio. Realizaría una fuerte apuesta y esfuerzo para incorporar ciudadanos interesados por el tema que no se sientan fuera por el desarrollo de una actividad proselitista de los políticos dentro de este ámbito. Nos merecemos un esfuerzo para la convocatoria y la contención de vecinos en temas con mucho valor como lo artístico y cultural, que son patrimonio de nuestros habitantes.

¿Hay proyectos?
“El problema de fondo para que la Casa de la Cultura se concrete es la falta de una decisión política que demuestre el compromiso de este gobierno con las distintas expresiones culturales de la Villa”. Estas palabras pertenecen al concejal Alejandro Santander, quien presentó un pedido de informe para que se aclaren oficialmente los rumores de venta. El edil de la Unión Vecinal Federal se refirió a dos proyectos concretos. El primero de ellos está relacionado con el Rectorado de la Universidad Nacional de Córdoba, a través del cual se han realizado estudios de investigación y capacitación de personal. “La idea incluye, no tan sólo la puesta a punto de la casona sin tener que desembolsar grandes sumas de dinero, sino también un proyecto de ordenanza de valorización y preservación del patrimonio arquitectónico, que aún no ha sido presentado al Concejo Deliberante”, aseguró el corredor inmobiliario. El segundo de estos planes involucra a personas interesadas en hacer aportes económicos para restaurar la Casa. Al respecto, Santander aclaró: “Es un grupo de vecinos que afirman no tener la seguridad de que su dinero se vaya a destinar a ese trabajo. Ejemplo de ello, es la venta de terrenos municipales cuyos fondos iban a ser destinados al recupero del edificio y claramente vemos que no fue así”. Según la opinión del concejal, es fundamental la creación de un ente mixto cuyo primer objetivo sea la restauración de la casona. “En él deberán participar los ciudadanos que aporten el dinero y miembros del Consejo de Cultura, del Concejo Deliberante, del Ejecutivo y del Tribunal de Cuentas, estos últimos para que controlen el manejo económico”, concluyó.

Hacia una identidad cultural
Según el diccionario de la Real Academia Española, la cultura es el conjunto de conocimientos y actividad espiritual de un hombre, un país o una época. Profundizando y completando esta definición, Eduardo Galeano escribe en Días y noches de amor y de guerra: “La cultura no terminaba, para nosotros, en la producción y el consumo de libros, cuadros, sinfonías, películas y obras de teatro. Ni siquiera empezaba allí. Entendíamos por cultura la creación de cualquier espacio de encuentro entre los hombre y eran cultura, para nosotros, todos los símbolos de la identidad y la memoria colectivas: los testimonios de lo que somos, las profecías de la imaginación, las denuncias de lo que nos impide ser”. Un asiduo participante de las reuniones del Consejo Municipal de Cultura, “Quino” Ceballos la definió así: “Parecería poca cosa hablar de cultura, cuando la gente tiene otras preocupaciones como el trabajo, la educación, la salud o la seguridad. Pero todo esto está relacionado con ella”. Por su parte, el viceintendente Martín Ambort expuso: “En el diccionario de la Real Academia no figura la palabra cultura, pero son expresiones que van evolucionando y que tienen sus raíces en lo que son las tradiciones de un pueblo, país o sector”.
¿Qué importancia se le dará en Villa Allende a aquel espacio de encuentro del que hablaba el escritor uruguayo? “Las dificultades de funcionamiento de la estructura municipal –admitió el presidente del Concejo Deliberante– provocan que, puestas en valor las prioridades, quizás no le esté brindando toda la atención al desarrollo de las actividades culturales”. Mientras que el ex edil Ceballos protestó: “Después de observar el boom de expresiones y actividades que hay en las diferentes ciudades de las Sierras Chicas, uno llega a la Villa y estamos todos durmiendo. Hay que reconocer que los talleres culturales están funcionando bien, pero no hay una política de cultura”. Y remató: “El pueblo de Villa Allende no tiene identidad”.

Discusiones encendidas
Desvirtuado, ninguneado, vaciamiento, absolutismo, ofendidos… Es evidente que la relación entre los integrantes del Consejo de Cultura y las autoridades municipales es bastante complicada. Quedó claramente expuesto, cuando a fines de junio mantuvieron una larga discusión en la sede del Concejo Deliberante en la que se manejaron todos estos términos. El Consejo de Cultura –que actualmente se encuentra en estado de asamblea permanente– está compuesto por ocho personas elegidas por votación de los vecinos, la responsable de la Dirección de Cultura y dos concejales (uno por la mayoría y otro por la primera minoría). En realidad, debería integrarse así pero hasta el momento del debate, ninguno de los tres representantes del Estado asistía a las reuniones. Esta situación y el reiterado reclamo de la Casa de la Cultura, fue lo que motivó a un grupo de ciudadanos a acercarse personalmente a solicitar explicaciones ya que las sucesivas notas presentadas nunca tuvieron respuesta.
El edil radical Elio Alegre argumentó no asistir a las reuniones por motivos personales. Acto seguido agregó: “Después de haber participado todo el año pasado, me fui con el mal sabor de que se trataban temas que, desde mi opinión, eran exentos de la cultura. Si se analizan los resultados a los que llegaron en el Consejo, es muy poco lo que se está haciendo. Al tener esta diferencia, en aquel momento manifesté que hacía concreta mi renuncia”. El concejal peronista Roberto “Huevo” Romero, se excusó por no contar con el tiempo suficiente. Cabe aclarar que este último, luego de la acalorada polémica, se hizo presente por primera vez a una sesión de este órgano municipal. “Tenemos la impresión de que se mezclan cuestiones de profundo contenido político y es una opinión compartida por los distintos bloques de este cuerpo legislativo”, exclamó el presidente del mismo, Martín Ambort. Algunos ex integrantes del Consejo de Cultura también manifestaron sus puntos de vista, tal fue el caso de Lucas Alonso. “La sensación que tengo es que, cuando no se pueden imponer, no se abren al diálogo democrático y es por eso que deciden no ir más a las reuniones. Me siento agredido por este Concejo Deliberante ya que hacen una ausencia pronunciada”, manifestó quien fuese Director de Cultura del gobierno de Máximo Martínez en su anterior gestión. Finalmente, fue la secretaria del Consejo de Cultura María Alonso la que tomó la palabra y sintetizó: “Si este órgano no tiene la representación del Estado, tal como lo dice la ordenanza, pierde la función asignada y termina siendo un grupo de vecinos que podríamos tener cualquier otra denominación. Para cumplir nuestros objetivos necesitamos del diálogo directo con ambos poderes porque para eso se creó este cuerpo consultivo”.
Aclaración: La Unión Regional consultó a la Directora de Cultura, Ana Maza, para que brinde su opinión respecto a los reclamos de reapertura de la Casa y al conflicto con el Consejo de Cultura. La funcionaria se negó a una entrevista argumentando que su área está subordinada a la Secretaría de Gobierno y que es a José Luis De Olazábal a quien le corresponde hablar del tema.

Publicado en La Unión Regional (Julio 2009)

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